Don Quijote de la Mancha (1.ª parte, cap. XX, 4) · Fotografía: Cristina García Rodero

Don Quijote de la Mancha (1605), de Miguel de Cervantes (cap. XX, 4): «De la jamás vista ni oída aventura que con más poco peligro fue acabada de famoso caballero en el mundo, como la que acabó el valeroso don Quijote de la Mancha: Era moza zahareña y tiraba algo a hombruna»


Díjole don Quijote que contase algún cuento para entretenerle, como se lo había prometido, a lo que Sancho dijo que sí hiciera, si le dejara el temor de lo que oía.
—Pero con todo eso, yo me esforzaré a decir una historia, que, si la acierto a contar y no me van a la mano, es la mejor de las historias; y esteme vuestra merced atento, que ya comienzo. «Érase que se era, el bien que viniere para todos sea, y el mal para quien lo fuere a buscar…». Y advierta vuestra merced, señor mío, que el principio que los antiguos dieron a sus consejas14 no fue así como quiera, que fue una sentencia de Catón Zonzorino15 romano, que dice «y el mal, para quien le fuere a buscar», que viene aquí como anillo al dedo, para que vuestra merced se esté quedo, y no vaya a buscar el mal a ninguna parte, sino que nos volvamos por otro camino, pues nadie nos fuerza a que sigamos este donde tantos miedos nos sobresaltan.
—Sigue tu cuento, Sancho —dijo don Quijote—, y del camino que hemos de seguir déjame a mí el cuidado.
—Digo, pues —prosiguió Sancho—, que en un lugar de Estremadura había un pastor cabrerizo, quiero decir que guardaba cabras, el cual pastor o cabrerizo, como digo de mi cuento, se llamaba Lope Ruiz, y este Lope Ruiz andaba enamorado de una pastora que se llamaba Torralba, la cual pastora llamada Torralba era hija de un ganadero rico, y este ganadero rico…
—Si desa manera cuentas tu cuento, Sancho —dijo don Quijote—, repitiendo dos veces lo que vas diciendo, no acabarás en dos días: dilo seguidamente y cuéntalo como hombre de entendimiento y, si no, no digas nada.
—De la misma manera que yo lo cuento —respondió Sancho—, se cuentan en mi tierra todas las consejas, y yo no sé contarlo de otra, ni es bien que vuestra merced me pida que haga usos nuevos.
—Di como quisieres —respondió don Quijote—, que pues la suerte quiere que no pueda dejar de escucharte, prosigue.
—Así que, señor mío de mi ánima —prosiguió Sancho—, que, como ya tengo dicho, este pastor andaba enamorado de Torralba la pastora, que era una moza rolliza, zahareña16, y tiraba algo a hombruna, porque tenía unos pocos de bigotes, que parece que ahora la veo.
—Luego, ¿conocístela tú? —dijo don Quijote.
—No la conocí yo —respondió Sancho—, pero quien me contó este cuento me dijo que era tan cierto y verdadero, que podía bien, cuando lo contase a otro, afirmar y jurar que lo había visto todo. Así que, yendo días y viniendo días17, el diablo, que no duerme y que todo lo añasca, hizo de manera que el amor que el pastor tenía a la pastora se volviese en omecillo y mala voluntad, y la causa fue, según malas lenguas, una cierta cantidad de celillos que ella le dio, tales, que pasaban de la raya y llegaban a lo vedado; y fue tanto lo que el pastor la aborreció de allí adelante, que, por no verla, se quiso ausentar de aquella tierra e irse donde sus ojos no la viesen jamás. La Torralba, que se vio desdeñada del Lope, luego le quiso bien, mas que nunca le había querido.
—Esa es natural condición de mujeres —dijo don Quijote—, desdeñar a quien las quiere y amar a quien las aborrece; pasa adelante, Sancho.

14conseja: cuento popular de tradición oral. 15Marco Porcio Catón (234-149 a. C.), político, escritor y militar romano, llamado el Censor, Censorius o Censorino; Zonzorino es una deformación burlesca de ‘zonzo’, tonto. 16zahareña: desdeñosa, esquiva, arisca o irreductible. 17yendo días y viniendo días: pasado algún tiempo.


Fotografía: Cristina García Rodero – Anterior (cap. XX, 3): «Duerme tú, que yo haré lo que viere que más viene con mi pretensión» – Siguiente (cap. XX, 5): «Seguíale a pie y descalza desde lejos con un bordón y unas alforjas» – Primera parte del Quijote – Diccionario y sumario del Quijote.