Odisea (canto V, 282-382). Fotografía: Lewis W. Hine (Fort Collins, Colorado, 1915)

Odisea, de Homero (canto V, 282-332): «Odiseo llega a Esqueria de los feacios: Me aseguró que sufriría desgracias antes de regresar y ahora todo se está cumpliendo»


El poderoso Poseidón, dios de los mares y agitador de la tierra, regresaba entonces de la tierra de los etíopes y vio a Odiseo desde lejos, desde los montes Sólimos12, pues se le apareció navegando por el ponto. Se encendió de ira la deidad y, sacudiendo la cabeza, se dijo para sí de semejante modo:
—Sin duda, los dioses han cambiado de decisión respecto a Odiseo mientras yo me hallaba entre los etíopes, pues ya está junto a la tierra de los feacios, en donde podría liberarse del cúmulo de desgracias que le han alcanzado. Sin embargo, creo que aún ha de sufrir algunas otras.
Entonces amontonó las nubes y agitó el mar, sosteniendo el tridente entre sus manos, e hizo levantarse grandes tempestades de vientos de todas clases y ocultó con las nubes al mismo tiempo la tierra y el ponto. Y la noche cayó del cielo. Soplaron a la vez el Euro13, el Noto14, el impetuoso Céfiro15 y el Bóreas16 que, nacido en el cielo despejado, levanta grandes olas. Entonces desfallecieron las rodillas y el corazón de Odiseo y el héroe se habló a sí mismo de esta manera:
—Desdichado de mí, ¿qué me sucederá ahora? Mucho temo que todo lo que dijo la diosa sea verdad, pues me aseguró que sufriría desgracias en el ponto antes de regresar a mi patria. Y ahora todo se está cumpliendo. ¡Con qué nubes ha cerrado Zeus el vasto cielo y agitado el ponto, y arrecian los torbellinos de toda clase de vientos! Ahora me espera, a buen seguro, una terrible muerte. ¡Una y mil veces sean dichosos los aqueos que perecieron en la vasta Troya luchando para complacer a los atridas! ¡Así hubiese muerto también, cumpliéndose mi destino, el día en que numerosos teucros me arrojaban broncíneas lanzas junto al cadáver del pelida17! Allí hubiera obtenido honras fúnebres y los aqueos hubieran ensalzado mi gloria, pero ahora dispone el hado que yo sucumba con deplorable muerte.
Mientras esto pensaba, llegó una gran ola que desde lo alto cayó sobre la balsa de Odiseo e hizo que la zozobrara. Odiseo se precipitó fuera de la balsa soltando las manos del timón, un terrible huracán de mezclados vientos rompió el mástil por la mitad y la vela y la entena cayeron en el ponto a gran distancia.
Mucho tiempo permaneció Odiseo sumergido, en el que no pudo salir a flote por el gran ímpetu de las olas y porque le pesaban los vestidos que le había entregado la divinal Calipso. Emergió, por fin, despidiendo de la boca el agua amarga del mar, y aunque fatigado, no se olvidó de la balsa, sino que lanzándose entre las olas se apoderó de ella. El gran oleaje movía la balsa en función de la corriente. Del mismo modo que el otoñal Bóreas arrastra por la llanura unos espinos que entre sí se entretejen espesos, así los vientos conducían la balsa por el piélago: unas veces Noto la lanzaba a Bóreas para que se la llevase, y otras Euro la cedía a Céfiro para perseguirla.

12Sólimos: montes situados en la ciudad de Pisidia, al sur de Asia Menor, donde se encontraba la fortaleza de Termeso. 13Euro: dios del viento del este, que traía calor y lluvia, y cuyo símbolo era una vasija invertida derramando agua; su equivalente en la mitología romana es Vulturno. 14Noto: dios del viento del sur, asociado con el desecador viento caliente tras el solsticio de verano, que era temido como destructor de las cosechas; su equivalente en la mitología romana es Austro. 15Céfiro: dios del viento del oeste, hijo de Astreo y de Eos; tenido como el más suave de todos, se le conocía como el viento fructificador y mensajero de la primavera; su equivalente en la mitología romana es Favonio. 16Bóreas: dios del frío y violento viento del norte que trae el invierno; era representado como un anciano alado con barbas y cabellos desgreñados, llevando una caracola y vistiendo una túnica de nubes; su equivalente en la mitología romana es Aquilón. 17Peleo: hijo de Éaco y de Endeide, reyes de los mirmidones de Egina, y padre de Aquiles, quien aparece mencionado en ocasiones como pelida.


Fotografía: Lewis W. Hine (Fort Collins, Colorado, 1915) – Anterior (canto V, 225-281): «La construcción de la balsa de Odiseo» – Siguiente (canto V, 333-387): «Y quebró las olas hasta que pudo escapar de la muerte y el destino» –  Inicio de la Odisea – Diccionario y sumario de la Odisea.