Don Quijote de la Mancha (1605), de Miguel de Cervantes (cap. XXIII, 6): «De lo que le aconteció a don Quijote en Sierra Morena, que fue una de las más raras aventuras que en esta historia se cuenta: No quiero perro con cencerro»
Y, así, picó a Rocinante, y siguióle Sancho con su acostumbrado jumento, y, habiendo rodeado parte de la montaña, hallaron en un arroyo caída, muerta y medio comida de perros y picada de grajos, una mula ensillada y enfrenada21, todo lo cual confirmó en ellos más la sospecha de que aquel que huía era el dueño de la mula y del cojín.
Estándola mirando, oyeron un silbo como de pastor que guardaba ganado, y a deshora, a su siniestra mano, parecieron una buena cantidad de cabras, y tras ellas, por cima de la montaña, pareció el cabrero que las guardaba, que era un hombre anciano. Diole voces don Quijote y rogóle que bajase donde estaban. Él respondió a gritos que quién les había traído por aquel lugar, pocas o ningunas veces pisado sino de pies de cabras, o de lobos y otras fieras que por allí andaban. Respondióle Sancho que bajase, que de todo le darían buena cuenta. Bajó el cabrero, y en llegando adonde don Quijote estaba, dijo:
—Apostaré que está mirando la mula de alquiler que está muerta en esa hondonada. Pues a buena fe que ha ya seis meses que está en ese lugar. Díganme, ¿han topado por ahí a su dueño? Leer Más