Don Quijote de la Mancha (1.ª parte, cap. III, 6) · Fotografía: Colin O'Brien

Don Quijote de la Mancha (1605), de Miguel de Cervantes (cap. III, 6): «Donde se cuenta la graciosa manera que tuvo don Quijote en armarse caballero: Esfuerzo y vigor del debilitado corazón mío»


Desde allí a poco, sin saberse lo que había pasado —porque aún estaba aturdido el arriero—, llegó otro con la misma intención de dar agua a sus mulos y, llegando a quitar las armas para desembarazar la pila, sin hablar don Quijote palabra y sin pedir favor a nadie, soltó otra vez la adarga y alzó otra vez la lanza y, sin hacerla pedazos, hizo más de tres la cabeza del segundo arriero, porque se la abrió por cuatro. Al ruido acudió toda la gente de la venta, y entre ellos el ventero. Viendo esto don Quijote, embrazó su adarga y, puesta mano a su espada, dijo:
—¡Oh señora de la fermosura, esfuerzo y vigor del debilitado corazón mío! Ahora es tiempo que vuelvas los ojos de tu grandeza a este tu cautivo caballero, que tamaña aventura está atendiendo.
Con esto cobró, a su parecer, tanto ánimo, que si le acometieran todos los arrieros del mundo, no volviera el pie atrás.


Fotografía: Colin O’Brien – Anterior (cap. III, 5): «El más valeroso andante que jamás se ciñó espada» – Siguiente (cap. III, 7): «Veréis el pago que lleváis de vuestra sandez y demasía» – Primera parte del Quijote – Diccionario y sumario del Quijote.