Don Quijote de la Mancha: «Verse tan malparado por los mismos a quien tanto bien había hecho»

Don Quijote de la Mancha (1.ª parte, cap. XXII, 8) · Fotografía: George G. Bain

Don Quijote de la Mancha (1605), de Miguel de Cervantes (cap. XXII, 8): «De la libertad que dio don Quijote a muchos desdichados que mal de su grado los llevaban donde no quisieran ir: Verse tan malparado por los mismos a quien tanto bien había hecho»


Respondió por todos Ginés de Pasamonte y dijo:
—Lo que vuestra merced nos manda, señor y libertador nuestro, es imposible de toda imposibilidad cumplirlo, porque no podemos ir juntos por los caminos, sino solos y divididos, y cada uno por su parte, procurando meterse en las entrañas de la tierra, por no ser hallado de la Santa Hermandad, que sin duda alguna ha de salir en nuestra busca. Lo que vuestra merced puede hacer y es justo que haga es mudar ese servicio y montazgo43 de la señora Dulcinea del Toboso en alguna cantidad de avemarías y credos, que nosotros diremos por la intención de vuestra merced, y esta es cosa que se podrá cumplir de noche y de día, huyendo o reposando, en paz o en guerra; pero pensar que hemos de volver ahora a las ollas de Egipto, digo, a tomar nuestra cadena y a ponernos en camino del Toboso, es pensar que es ahora de noche, que aún no son las diez del día, y es pedir a nosotros eso como pedir peras al olmo. Leer Más

Don Quijote de la Mancha: «Sea su vida tan larga y tan buena como su buena presencia merece»

Don Quijote de la Mancha (1.ª parte, cap. XXII, 4) · Fotografía: George G. Bain

Don Quijote de la Mancha (1605), de Miguel de Cervantes (cap. XXII, 4): «De la libertad que dio don Quijote a muchos desdichados que mal de su grado los llevaban donde no quisieran ir: Sea su vida tan larga y tan buena como su buena presencia merece»


Pasó adelante don Quijote y preguntó a otro su delito, el cual respondió con no menos, sino con mucha más gallardía que el pasado:
—Yo voy aquí porque me burlé22 demasiadamente con dos primas hermanas mías y con otras dos hermanas que no lo eran mías; finalmente, tanto me burlé con todas, que resultó de la burla crecer la parentela tan intricadamente, que no hay diablo que la declare. Probóseme todo, faltó favor, no tuve dineros, víame a pique de perder los tragaderos23, sentenciáronme a galeras por seis años, consentí: castigo es de mi culpa; mozo soy: dure la vida, que con ella todo se alcanza. Si vuestra merced, señor caballero, lleva alguna cosa con que socorrer a estos pobretes, Dios se lo pagará en el cielo y nosotros tendremos en la tierra cuidado de rogar a Dios en nuestras oraciones por la vida y salud de vuestra merced, que sea tan larga y tan buena como su buena presencia merece.
Este iba en hábito de estudiante24, y dijo una de las guardas que era muy grande hablador y muy gentil latino25.
Tras todos estos venía un hombre de muy buen parecer, de edad de treinta años, sino que al mirar metía el un ojo en el otro un poco26. Venía diferentemente atado que los demás, porque traía una cadena al pie, tan grande, que se la liaba por todo el cuerpo, y dos argollas a la garganta, la una en la cadena y la otra de las que llaman guardaamigo o pie de amigo27, de la cual decendían dos hierros que llegaban a la cintura, en los cuales se asían dos esposas, donde llevaba las manos, cerradas con un grueso candado, de manera que ni con las manos podía llegar a la boca ni podía bajar la cabeza a llegar a las manos. Preguntó don Quijote que cómo iba aquel hombre con tantas prisiones28 más que los otros. Respondióle la guarda porque tenía aquel solo más delitos que todos los otros juntos y que era tan atrevido y tan grande bellaco, que, aunque le llevaban de aquella manera, no iban seguros dél, sino que temían que se les había de huir.
—¿Qué delitos puede tener —dijo don Quijote—, si no han merecido más pena que echalle a las galeras?

22burlarse: en lenguaje de germanía, tener trato sexual ilícito. 23alusión al temor del galeote a ser ahorcado. 24vestido con loba o sotana, que era el hábito de los estudiantes. 25gentil latino: embaucador o ladino. 26en la época se creía que los bizcos eran traidores y daban mala suerte a quienes miraban. 27guardamigo o pie de amigo: instrumento a modo de horquilla, que se ponía bajo la barba a los reos a quienes se azotaba o se exponía públicamente, para impedir que bajasen la cabeza y ocultasen el rostro. 28prisiones: cadenas y artilugios con que se sujetaba al preso.


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Don Quijote de la Mancha: «Si por enamorados echan a galeras, pudiera yo estar bogando en ellas»

Don Quijote de la Mancha (1.ª parte, cap. XXII, 2) · Fotografía: George G. Bain

Don Quijote de la Mancha (1605), de Miguel de Cervantes (cap. XXII, 2): «De la libertad que dio don Quijote a muchos desdichados que mal de su grado los llevaban donde no quisieran ir: Si por enamorados echan a galeras, pudiera yo estar bogando en ellas»


Añadió a estas otras tales y tan comedidas razones para moverlos a que le dijesen lo que deseaba, que la otra guarda de a caballo le dijo:
—Aunque llevamos aquí el registro y la fe de las sentencias6 de cada uno destos malaventurados, no es tiempo este de detenerles a sacarlas ni a leellas: vuestra merced llegue y se lo pregunte a ellos mesmos, que ellos lo dirán si quisieren, que sí querrán, porque es gente que recibe gusto de hacer y decir bellaquerías.
Con esta licencia, que don Quijote se tomara aunque no se la dieran, se llegó a la cadena y al primero le preguntó que por qué pecados iba de tan mala guisa. Él le respondió que por enamorado7 iba de aquella manera.
—¿Por eso no más? —replicó don Quijote—. Pues si por enamorados echan a galeras, días ha que pudiera yo estar bogando en ellas.
—No son los amores como los que vuestra merced piensa —dijo el galeote—, que los míos fueron que quise tanto a una canasta de colar atestada de ropa blanca, que la abracé conmigo tan fuertemente, que a no quitármela la justicia por fuerza, aún hasta agora no la hubiera dejado de mi voluntad. Fue en fragante, no hubo lugar de tormento, concluyóse la causa, acomodáronme las espaldas con ciento, y por añadidura tres precisos de gurapas, y acabóse la obra.
—¿Qué son gurapas? —preguntó don Quijote.
—Gurapas son galeras —respondió el galeote.
El cual era un mozo de hasta edad de veinte y cuatro años, y dijo que era natural de Piedrahíta8. Lo mesmo preguntó don Quijote al segundo, el cual no respondió palabra, según iba de triste y malencónico, mas respondió por él el primero y dijo:
—Este, señor, va por canario, digo, por músico y cantor9.
—Pues ¿cómo? —replicó don Quijote—. ¿Por músicos y cantores van también a galeras?
—Sí, señor —respondió el galeote—, que no hay peor cosa que cantar en el ansia10.
—Antes he yo oído decir —dijo don Quijote— que quien canta sus males espanta.
—Acá es al revés —dijo el galeote—, que quien canta una vez llora toda la vida.
—No lo entiendo —dijo don Quijote.
Mas una de las guardas le dijo:
—Señor caballero, cantar en el ansia se dice entre esta gente non santa11 confesar en el tormento. A este pecador le dieron tormento y confesó su delito, que era ser cuatrero, que es ser ladrón de bestias, y por haber confesado le condenaron por seis años a galeras, amén de docientos azotes que ya lleva en las espaldas; y va siempre pensativo y triste porque los demás ladrones que allá quedan y aquí van le maltratan y aniquilan12 y escarnecen y tienen en poco, porque confesó y no tuvo ánimo de decir nones. Porque dicen ellos que tantas letras tiene un no como un y que harta ventura tiene un delincuente que está en su lengua su vida o su muerte, y no en la de los testigos y probanzas; y para mí tengo que no van muy fuera de camino.
—Y yo lo entiendo así —respondió don Quijote.
El cual, pasando al tercero, preguntó lo que a los otros; el cual de presto y con mucho desenfado respondió y dijo:
—Yo voy por cinco años a las señoras gurapas por faltarme diez ducados13.
—Yo daré veinte de muy buena gana —dijo don Quijote— por libraros desa pesadumbre.
—Eso me parece —respondió el galeote— como quien tiene dineros en mitad del golfo y se está muriendo de hambre, sin tener adonde comprar lo que ha menester. Dígolo porque si a su tiempo tuviera yo esos veinte ducados que vuestra merced ahora me ofrece, hubiera untado con ellos la péndola del escribano y avivado el ingenio del procurador, de manera que hoy me viera en mitad de la plaza de Zocodover de Toledo14, y no en este camino, atraillado como galgo; pero Dios es grande: paciencia, y basta.

6fe de las sentencias: acta firmada por un escribano público que da fe de la sentencia que ha dictado un juez para que el castigo se ajuste a ella. 7en realidad, por ladrón descuidero. 8Piedrahíta: población castellana de la actual provincia de Ávila. 9canario, músico y cantor son sinónimos de ‘reo que confiesa en el tormento’. 10cantar en el ansia: confesar cuando dan el tormento del agua, el más suave de los que se podían aplicar. 11gente non santa: gente de mal vivir. 12aniquilar: usado aquí en el sentido de ‘ningunear’. 13ducado: moneda de oro cuyo valor osciló entre los siglos XVI y XVII. 14Zocodover de Toledo: plaza del centro de la ciudad toledana muy frecuentada por maleantes.


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Don Quijote de la Mancha: «Este es el que venció a Brocabruno de la Gran Fuerza»

Don Quijote de la Mancha (1.ª parte, cap. XXI, 6) · Fotografía: George G. Bain

Don Quijote de la Mancha (1605), de Miguel de Cervantes (cap. XXI, 6): «Que trata de la alta aventura y rica ganancia del yelmo de Mambrino, con otras cosas sucedidas a nuestro invencible caballero: Este es el que venció a Brocabruno de la Gran Fuerza»


—No dices mal, Sancho —respondió don Quijote—, mas antes que se llegue a ese término es menester andar por el mundo como en aprobación18, buscando las aventuras, para que acabando algunas se cobre nombre y fama tal, que cuando se fuere a la corte de algún gran monarca ya sea el caballero conocido por sus obras, y que apenas le hayan visto entrar los muchachos por la puerta de la ciudad, cuando todos le sigan y rodeen dando voces, diciendo: este es el Caballero del Sol19, o de la Sierpe20, o de otra insignia alguna, debajo de la cual hubiere acabado grandes hazañas. «Este es —dirán— el que venció en singular batalla al gigantazo Brocabruno de la Gran Fuerza21; el que desencantó al gran Mameluco de Persia del largo encantamento en que había estado casi novecientos años». Así que de mano en mano irán pregonando sus hechos, y luego al alboroto de los muchachos y de la demás gente, se parará a las fenestras de su real palacio el rey de aquel reino, y así como vea al caballero, conociéndole por las armas o por la empresa del escudo, forzosamente ha de decir: «¡Ea, sus!22 Salgan mis caballeros, cuantos en mi corte están, a recebir a la flor de la caballería, que allí viene». A cuyo mandamiento saldrán todos, y él llegará hasta la mitad de la escalera y le abrazará estrechísimamente, y le dará paz, besándole en el rostro, y luego le llevará por la mano al aposento de la señora reina, adonde el caballero la hallará con la infanta, su hija, que ha de ser una de las más fermosas y acabadas doncellas que en gran parte de lo descubierto de la tierra a duras penas se pueda hallar. Sucederá tras esto, luego en continente, que ella ponga los ojos en el caballero, y él en los della, y cada uno parezca al otro cosa más divina que humana, y, sin saber cómo ni cómo no23, han de quedar presos y enlazados en la intricable red amorosa y con gran cuita en sus corazones, por no saber cómo se han de fablar para descubrir sus ansias y sentimientos. Desde allí le llevarán sin duda a algún cuarto del palacio, ricamente aderezado, donde, habiéndole quitado las armas, le traerán un rico manto de escarlata24 con que se cubra; y si bien pareció armado, tan bien y mejor ha de parecer en farseto25. Venida la noche, cenará con el rey, reina e infanta, donde nunca quitará los ojos della, mirándola a furto de los circunstantes, y ella hará lo mesmo, con la mesma sagacidad, porque, como tengo dicho, es muy discreta doncella. Levantarse han las tablas, y entrará a deshora por la puerta de la sala un feo y pequeño enano, con una fermosa dueña que entre dos gigantes detrás del enano viene, con cierta aventura hecha por un antiquísimo sabio, que el que la acabare será tenido por el mejor caballero del mundo. Mandará luego el rey que todos los que están presentes la prueben, y ninguno le dará fin y cima sino el caballero huésped, en mucho pro de su fama, de lo cual quedará contentísima la infanta y se tendrá por contenta y pagada además por haber puesto y colocado sus pensamientos en tan alta parte. Y lo bueno es que este rey o príncipe o lo que es tiene una muy reñida guerra con otro tan poderoso como él, y el caballero huésped le pide, al cabo de algunos días que ha estado en su corte, licencia para ir a servirle en aquella guerra dicha.

18como en aprobación: como en noviciado. 19Caballero del Sol: probable referencia al Caballero del Febo, protagonista de la primera parte de Espejo de príncipes y caballeros (1526), o al Caballero del Frisol, personaje del Palmerín de Oliva (1511). 20Caballero de la Sierpe: probable referencia a Belcar, personaje del Palmerín de Ingalaterra (1547), o a Esplandián, hijo de Amadís de Gaula cuyas aventuras se narran en Las sergas de Esplandián (1510). 21Brocabruno de la Gran Fuerza: personaje de la invención de don Quijote para reforzar el argumento de que, antes de servir a rey o emperador, Sancho debe ganar nombre y fama en caminos y aventuras. 22¡Ea, sus!: expresión con el significado de ‘arriba’, ‘en pie’ o ‘adelante’. 23sin saber cómo ni cómo no: sin saber de qué manera. 24manto de escarlata: vestido de respeto o ceremonia que se ponía a los caballeros cuando se quitaban las armas y que acostumbraba a ser de escarlata, tela de seda o lino fino, teñida con cochinilla, y dibujos de hilo de oro. 25farseto: jubón de armar, jubón acolchado que se ponía bajo la armadura.


Fotografía: George G. Bain – Anterior (cap. XXI, 5): «Sería mejor servir a príncipe grande que tenga alguna guerra» – Siguiente (cap. XXI, 7): «Quedará concertado el modo que se han de hacer saber sus buenos o malos sucesos» – Primera parte del Quijote – Diccionario y sumario del Quijote.


Historia de la vida del Buscón: «Estaba viento en popa y aspiraba a ser autor»

Historia de la vida del Buscón (1626), de Francisco de Quevedo: «En que se hace representante, poeta y galán de monjas: Estaba viento en popa y aspiraba a ser autor» (Libro tercero, cap. IX, 3)


No me daba manos a trabajar, porque acudían a mí enamorados, unos por coplas de cejas y otros de ojos, cuál soneto de manos y cuál romancico para cabellos. Para cada cosa tenía su precio, aunque, como había otras tiendas, porque acudiesen a la mía, hacía barato. ¿Pues villancicos? Hervía en sacristanes y demandaderas de monjas; ciegos me sustentaban a pura oración, ocho reales de cada una; y me acuerdo que hice entonces la del Justo Juez, grave y sonorosa, que provocaba a gestos. Escribí para un ciego, que las sacó en su nombre, las famosas que empiezan: «Madre del Verbo humanal, Hija del Padre divino, dame gracia virginal, etc.».
Fui el primero que introdujo acabar las coplas como los sermones, con «aquí gracia y después gloria», en esta copla de un cautivo de Tetuán21: «Pidámosle sin falacia al alto Rey sin escoria, pues ve nuestra pertinacia, que nos quiera dar su gracia, y después allá la gloria. Amén».
Estaba viento en popa con estas cosas, rico y próspero, y tal, que casi aspiraba ya a ser autor. Tenía mi casa muy bien aderezada, porque había dado para tener tapicería barata en un arbitrio del diablo, y fue de comprar reposteros de tabernas, y colgarlos. Costáronme veinte y cinco o treinta reales y eran más para ver que cuantos tiene el Rey, pues por éstos se veía de puro rotos y por esotros no se verá nada.
Sucedióme un día la mejor cosa del mundo, que aunque es en mi afrenta, la he de contar. Yo me recogía en mi posada, el día que escribía comedia, al desván, y allí me estaba y allí comía; subía una moza con la vianda y dejábamela allí. Yo tenía por costumbre escribir representando recio, como si lo hiciera en el tablado. Ordena el diablo que a la hora y punto que la moza iba subiendo por la escalera, que era angosta y escura, con los platos y olla, yo estaba en un paso de una montería, y daba grandes gritos componiendo mi comedia; y decía: «Guarda el oso, guarda el oso, que me deja hecho pedazos, y baja tras ti furioso»; que entendió la moza (que era gallega22), como oyó decir «baja tras ti» y «me deja», que era verdad y que la avisaba. Va a huir y con la turbación písase la saya y rueda toda la escalera, derrama la olla y quiebra los platos, y sale dando gritos a la calle diciendo que mataba un oso a un hombre. Y por presto que yo acudí ya estaba toda la vecindad conmigo preguntando por el oso, y aun contándoles yo cómo había sido ignorancia de la moza, porque era lo que he referido de la comedia, aun no lo querían creer; no comí aquel día. Supiéronlo los compañeros y fue celebrado el cuento en la ciudad. Y destas cosas me sucedieron muchas mientras perseveré en el oficio de poeta y no salí del mal estado.
Sucedió, pues, que a mi autor (que siempre paran en esto), sabiendo que en Toledo le había ido bien, le ejecutaron23 no sé por qué deudas y le pusieron en la cárcel, con lo cual nos desmembramos todos y echó cada uno por su parte. Yo, si va a decir verdad, aunque los compañeros me querían guiar a otras compañías, como no aspiraba a semejantes oficios y el andar en ellos era por necesidad, ya que me veía con dineros y bien puesto, no traté de más que de holgarme.

21Tetuán: ciudad del norte de Marruecos que en el siglo XVII se convirtió en uno de los principales destinos de los moriscos expulsados de la península ibérica por Felipe III. 22en la época del autor los gallegos tenían fama de brutos. 23ejecutar: embargar.


Fotografía: George G. Bain – Anterior (cap. IX, 2): «Mi comedia se hizo al fin y pareció muy bien» – Siguiente (cap. IX, 4): «La monja era hermosa y de buen entendimiento» – Historia de la vida del Buscón · Diccionario y sumario del Buscón.