Abraham se puso muy triste, ya que el otro también era su hijo. Pero Dios dijo a Abraham:
—No te aflijas por el muchacho y por la sierva. Haz caso a Sara en todo lo que te dice, pues es Isaac quien prolongará tu descendencia. Aunque también del hijo de la sierva nacerá un gran pueblo, porque también es descendiente tuyo.
Abraham madrugó, tomó pan y un odre de agua, los puso en los hombros de Agar y la despidió con el niño. Ella se marchó y fue vagando por el desierto de Beerseba76. Cuando se le acabó el agua del odre, colocó al niño debajo de unas matas; se apartó y se sentó a solas a la distancia de un tiro de arco, diciéndose:
—No puedo ver morir a mi hijo.
Se sentó y el niño rompió a llorar. Dios oyó la voz del niño y el ángel de Dios llamó a Agar desde el cielo, preguntándole:
—¿Qué te pasa, Agar? No temas, que Dios ha oído la voz del niño que está ahí. Levántate, toma al niño y queda tranquila, porque de él nacerá un gran pueblo.
Dios le abrió los ojos y divisó un pozo de agua; llenó el odre y dio de beber al muchacho, que creció, habitó en el desierto y se hizo un experto arquero; vivió en el desierto de Faram, y su madre buscó para él una mujer egipcia.

76Beerseba (Beer-es-seba): zona desértica situada al sur de Canaán, en el Neguev, cuyo nombre significa ‘el séptimo pozo’.


Fotografía: Noell S. Oszwald – Anterior (21:1-10): «Le he dado un hijo en su vejez» – Siguiente (21:22-27): «Y entonces hicieron un pacto entre los dos» – Inicio del Génesis – Diccionario y sumario del Génesis.